Dosier Publicado en 2020-07-24 16:14:50
Papel de las garrapatas en la transmisión y la persistencia de la peste porcina africana
Palabras clave
Autores
L. Heath(1)*, L. Dixon(2) & J.-M. Sanchez‑Vizcaino(3)
(1) Agricultural Research Council – Onderstepoort Veterinary Research (Sudáfrica).
(2) The Pirbright Institute (Reino Unido).
(3) Facultad de Veterinaria, Universidad Complutense (España).
* Autor para la correspondencia: HeathL@arc.agric.za
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Durante la reaparición de la peste porcina africana en Portugal en la década de 1990, se descubrió que la garrapata blanda autóctona O. erraticus era un reservorio natural del virus de la peste porcina africana. La existencia de este reservorio permitió la persistencia a largo plazo del virus y complicó su erradicación definitiva. La infección experimental de distintas especies de garrapatas permite suponer que otras garrapatas podrían convertirse en vectores biológicos del virus. Se sabe que varias especies de garrapatas que se encuentran en América Central o América del Norte (O. coriaceus, O. turicata, O. parkeri, O. puertoricensis y O. savignyi) son capaces de posibilitar la replicación de este virus.
La peste porcina africana persiste entre las poblaciones de suidos silvestres y domésticos en ausencia de garrapatas blandas como vectores
Aunque la transmisión en los cerdos domésticos se produce principalmente por contacto directo, o indirectamente a través del consumo de productos cárnicos infectados, históricamente el papel de las garrapatas argásidas en la persistencia de la enfermedad ha sido un criterio común para definir su carácter endémico. Sin embargo, la importancia de las garrapatas en la epidemiología contemporánea de la peste porcina africana podría cuestionarse, ya que, en más de la mitad de los países afectados actualmente por la enfermedad, la persistencia del virus —y hasta su endemia en algunas zonas— se observa en los cerdos domésticos (en su mayoría o en su totalidad alejados del ciclo selvático). A diferencia de la situación en África, la actual propagación de la peste porcina africana en Europa y Asia parece persistir entre las poblaciones de suidos silvestres y domésticos en ausencia de garrapatas blandas como vectores. Aunque O. erraticus se encuentra esencialmente en los países del Mediterráneo, se sabe que hay otras especies de Ornithodoros en zonas recientemente afectadas por la peste porcina africana. Entre estas se encuentran O. alactagalis, O. asperus, O. coniceps, O. lahorensis, O. tholozani y O. verrucosus. Existe la posibilidad de que estas especies contribuyan a la persistencia a largo plazo del virus en dichos territorios. Estudios recientes en los que se explora la capacidad de la garrapata paleártica para contener y transmitir el virus de la peste porcina africana mostraron que O. verrucosus era capaz de contener las cepas eurasiáticas virulentas del virus durante varios meses, pero no podía transmitirlo a cerdos sin exposición previa al patógeno. Esto permite suponer que es poco probable que esta especie contribuya de forma significativa a la persistencia de la enfermedad en la región. A pesar de los avances recientes, quedan muchas preguntas por responder sobre la capacidad de las garrapatas Ornithodoros del Nuevo Mundo de transmitir el virus de la peste porcina africana.
La información sobre la capacidad de las diversas especies para posibilitar la replicación del virus, las tasas potenciales de transmisión y la duración de las infecciones aumentaría considerablemente la capacidad de predecir la amenaza que representa una determinada especie de garrapata. La aplicación de la secuenciación de nueva generación permitirá seguir investigando sobre la adaptación del virus a las diferentes especies de garrapatas y la influencia que las distintas cepas del virus pueden tener en la capacidad de estas garrapatas para mantener la enfermedad. El desarrollo de un marco de investigación más completo sobre el papel que las garrapatas pueden desempeñar en la propagación y la persistencia de la enfermedad contribuirá significativamente a la lucha contra esta compleja enfermedad.
http://dx.doi.org/10.20506/bull.2020.1.3128